viernes, 27 de mayo de 2011

ULTIMO CONCIERTO DE LA TEMPORADA 2010/2011 DE LA REAL FHILHARMÓNIA DE GALICIA

La Real Filharmonía de Galicia en el Auditorio de Santiago

      Ayer se celebró el Concierto de cierre de la Temporada 2010/2011 en el Auditorio de Galicia en Santiago de Compostela. En el se interpretaron obras de Sibelius y Dvorak bajo la dirección del Antoni Ros Marbá, y con la interpretación de la primera de ellas por parte de la violinista Moldava Patricia Kopatchinskaja, con una excelente acogida por parte del público asistente.

Patricia Kopatchisnkaja
  
        Como dije, se interpretó en primer lugar el Concierto para violín y orquesta en Re Menor, Op. 47 de Jean Sibelius. Este es el único concierto escrito por el compositor para este instrumento, que fue enviado para su estudio al violinista Burmester a finales del año 1903, pero dado que pasaba el tiempo sin que se decidiera a tocarlo dada su dificultad, quien lo estrenó al año siguiente fue otro violinista, Victor Novacek, que carecía de las cualidades técnicas del anterior, por lo que el estreno de la obra cosechó un estrepitoso fracaso, dada su deficiente interpretación. A partir de ahí, Sibelius revisa profundamente la Obra,  cuyo re-estreno lo ejecutó en Berlín Karl Halir bajo la dirección de Richard Strauss en Octubre del año siguiente.
        Jean Sibelius se debatió durante un tiempo en los inicios de su carrera entre su interés por el violín o la composición musical. No es por tanto de extrañar, el predominio que muestra este instrumento en el presente concierto,  que incluso tuvo que reducir su peso en la Obra el compositor en la posterior revisión por las críticas surgidas tras en primer estreno por ello. Es esta una Obra que requiere de una gran habilidad técnica para quien la interpreta, y en esto Kopatchinskaja va sobrada de recursos. Su interpretación fue precisa, llena de fuerza e intensidad, pero sin perder un ápice de su marcado carácter lírico, sobre todo en el segundo movimiento "adagio di molto". Nos regaló la volinista tres piezas de las Danzas Folclóricas de Rumanía interpretadas a la par con nuestro Concertino James Dahlgren, tres breves piezas llenas de encanto y que ambos ejecutaron a la perfección ganándose los dos largas ovaciones del agradecido público, especialmente tras la última de ellas, en que se alternaban los pizzicattos de uno y otro violín a modo de diálogo entre ellos, en el que se pudo apreciar el buen acoplamiento entre los dos violinistas.
       Lo curioso en este caso, es que en el periodo de dos semanas tuve la oportunidad de escuchar la interpretación de la misma obra por dos Orquestas distintas, dirigidas por sendos directores que poco tienen en común, con la actuación de solistas consagrados, pero de distinta procedencia y formación.
       En el primer caso fue la Orquesta Nacional Rusa, bajo la dirección de Mihkail Pletnev, y con el lituano Julian Rachlin como solista, y en el segundo en la performance del Auditorio Santiagués con la ya mencionada participación. Rachlin, con formación básica adquirida en el Conservatorio de Viena, siendo dirigida su formación instrumental  por Boris Kuschnir en la mas pura tradición rusa, y por Pinchas Zuckerman. Se enfrentan por tanto una interpretación  de Rachlin mas tradicionalista del concierto, a una visión mas personalista en el caso de Kopatchinskaja en su interpretación de la misma Obra. ¿Que cual me gustó mas de las dos?..., pues la segunda de ellas, que me pareció mas apasionada, con mayor fuerza e intensidad en la interpretación, si bien las dos fueron excelentes.

       La segunda parte  la ocupó la Sinfonía nº 9 en Mi menor, Op. 95, "Del Nuevo Mundo" de Anton Dvorák, escrita en el año 1983 en la ciudad de Nueva York y estrenada al año siguiente el el Carnegie Hall. De clara inspiración en la música americana nativa, con un segundo movimiento y parte del primero con connotaciones de música espiritual afro-norteamericana. El Scherzo del tercer movimiento, de una gran rítmicidad, esta basado en una danza ritual india. La Sinfonía acaba en un final de trompas y trompetas que se alternan con los acordes de la orquesta.
       En definitiva, un estupendo broche final para una temporada con claroscuros en su composición y en su desarrollo, de lo que en otro día hablaremos, pues hay aspectos de contenido y de organización que son francamente mejorables para años sucesivos.